Un motivo de esperanza
En un mundo donde cada vez abundan más rostros
desanimados, espíritus cansados, mentes hipercríticas, el II Encuentro del Papa
con las Familias, celebrado en Río de Janeiro el pasado 4 y 5 de octubre,
significó para mí, una inyección de alegría y de esperanza.
El Papa
justamente convocó a las familias del mundo bajo ese lema: Familia, don y compromiso, esperanza para la
humanidad.
Pero esperanza
en qué y para qué. A veces pareciera que los hombres ya no esperamos, no
vivimos como dice el apóstol Pablo alegres en la esperanza. El Pontífice, en cambio, demuestra
ser un hombre esperanzado, anclado en Dios.
Y quizá por esto
cosecha tantos seguidores y admiradores. Con su humor y su sonrisa tierna
conquista los corazones de las personas sedientas por vivir la alegría de ser
cristianos y de sentirse amados por Dios.
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