miércoles, 28 de agosto de 2013

El paro agrario

El descontento cafetero es más con la Federación que con el Gobierno, por su incapacidad de representar los intereses de sus afiliados y para enfrentar un largo proceso de deterioro de su capacidad de competir contra los productores más eficientes (Brasil y Costa Rica) y de menores salarios (Kenia, Etiopía y Vietnam). La salvación del sector podría estar en mantener sus variedades excelsas, cultivadas orgánicamente, y al tiempo sembrar especies robustas en tierras planas mecanizables, pero la Federación prohíbe su siembra y la buena tierra está en ganadería.
Los campesinos cocaleros montan en furia cuando los fumigan y nadie responde por los daños y perjuicios causados, incluyendo su pan coger y sus animales. En esto el Gobierno ha sido caradura. Voceros del Ministerio de Agricultura han dicho que no se autorizará ninguna reserva campesina nueva, como la demandaban los dirigentes del paro, pero no han molestado a Riopaila, Cargill y La Fazenda en la adquisición fraudulenta de reservas latifundistas que fueron expropiadas a miles de desplazados por Víctor Carranza y alias Cuchillo.
Los productores de leche han señalado al TLC con Estados Unidos por la reducción del precio interno, pero por lo menos en 2012 buena parte de las importaciones llegaron del Mercosur. Igualmente, los paperos y los arroceros se quejan de bajos precios y altos costos de sus insumos, en particular fertilizantes. Lo cierto es que el buen tiempo ha permitido que se obtengan cosechas abundantes y la producción de leche también ha sido extraordinaria, propiciando la reducción de sus precios, algo que pudo ser agravado por la llegada de alimentos de Estados Unidos sin arancel y abaratados por la revaluación. Sin embargo, por ahora existen cuotas reducidas que se irán incrementando progresivamente para completar la desgravación en 10 años.
En el caso de la papa, faltan silos de almacenamiento para retener excesos de oferta y evitar precios ruinosos. Los fertilizantes cuentan con oferta suficiente tanto importada como nacional; aunque la revaluación ha debido jugar a favor de su abaratamiento, el alto precio del petróleo determina su valor final.
Un video que circula en la red muestra la destrucción de un cultivo de arroz y afirma que el campesino pretendió utilizar parte de su cosecha como semilla, lo cual es prohibido por la Monsanto y está refrendado por el TLC. Según ElEspectador.com, la directora del ICA aclaró que se trataba del Invima destruyendo un cultivo no apto para consumo humano. Sólo los que utilizan la variedad modificada genéticamente se deben comprometer a no utilizarla como semilla, aunque probablemente todos los granos son infertilizados por los ingenieros genéticos. No podía haber ninguna prohibición para que otras variedades pudieran ser reproducidas por los campesinos colombianos.
Los nuevos TLC abren oportunidades para exportar productos agropecuarios. Pero faltan instituciones que ejecuten las políticas y bienes públicos esenciales que este gobierno descuida: controles fitosanitarios, investigación, asistencia técnica, cadena de frío y, no menos, tierra y crédito para la economía campesina.
autor:  rocio simanca echavez

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